Una mezcla de nacionalidades, colores, expresiones, creencias y costumbres se da cita todos los días en la cocina del Colegio Mayor Peñalba para poner en marcha la inserción de inmigrantes en la vida laboral aragonesa. “Yo puedo hacer cualquier trabajo, menos planchar... Eso no me gusta”, comentó María Auxiliadora Eyeng con un dejo de inconformidad. En contraste, Luz Estela Acevedo relata a sus compañeras la indumentaria de su primer día de trabajo: “Era un delantal rosa de lo más elegante, no me la creía”. Éstas son algunas de las impresiones de los inmigrantes beneficiadas con el proyecto de inserción laboral de la Fundación Canfranc. Este proyecto se realiza desde el 2002. Hasta la fecha, 700 inmigrantes latinoamericanos, africanos y rumanos se han visto beneficiados con él. Conchita Albás, directora del programa de inserción, explicó que su labor consiste en preparar a los inmigrantes para su integración en actividades hosteleras, geriátricas y de trabajo doméstico. “Se trata de darles las herramientas para que puedan trabajar de una manera digna, además, los enseñamos a potenciar sus cualidades personales”, destacó Albás.
El curso de preparación contempla la instrucción de algunos principios y costumbres para que los extranjeros puedan adaptarse con mayor facilidad al entorno español. Se repasan aspectos básicos como el comportamiento en la mesa, protocolo, costumbres ibéricas y la forma correcta de vestir. “Muchas mujeres suelen comprarse la ropa dos tallas menos de la que les corresponde, sutilmente les digo que les falta tela a sus prendas”, comentó la directora.
Listos para el trabajo y la vida
Junto a la preparación práctica, Conchita resaltó la labor psicológica y de motivación que siguen los extranjeros. La directora del programa comenta que la mayoría de los inmigrantes llegan sin nada, situación que los obliga a aceptar cualquier trabajo para poder sobrevivir, “aguantan lo inaguantable”, subrayó. Albás señaló que muchas de las personas que recurren a la fundación han sido víctimas de la explotación laboral y del rechazo de sus empleadores, situación que les genera una carga de resentimiento. “Muchos inmigrantes anidan el deseo de desquitarse por los malos tratos que han recibido, si en un trabajo sufren abusos, buscan devolverlo al siguiente. Para evitarlo, les dejamos en claro que los abusos suceden porque ellos mismos lo permiten”, precisó Conchita.El programa de integración contempla el conocimiento y desarrollo de cualidades personales, la administración del tiempo, trabajo en equipo, así como atención y servicio al cliente. La Fundación Canfranc cuenta con el respaldo del Instituto Aragonés de Empleo, el Ayuntamiento de Zaragoza y el Servicio de Inmigración del Gobierno de Aragón. El proyecto de inserción contempla un plan de sensibilización en las empresas del sector hostelero, a favor de la fuerza de trabajo extranjera. El periodo de preparación está conformado por 40 horas de trabajo teórico y práctico. Una vez finalizado, la Fundación se encarga del seguimiento del inmigrante hasta su inserción satisfactoria en el mercado laboral. “La formación es el valor clave de nuestro programa. Sin ella, ningún demandante accede a la bolsa de trabajo”, destacó Albás.Conchita aceptó que muchos inmigrantes se han ganado la mala fama que los persigue, perorecalcó que debe reconocerse el impulso que han dado al campo y la construcción en España. “Tanto españoles como extranjeros debemos buscar la integración, para ser una sociedad plural y velar por el progreso común”, concluyó Albás.
"Decimos que no somos racistas, pero sí lo somos"
Conchita Albás comentó que es complicada la tarea de inserción de los inmigrantes, señaló que muchos empleadores aún se resisten a incluirlos en sus filas... "decimos que no somos racistas, pero sí lo somos". Señaló que últimamente, los medios sólo cuentan cosas malas de los inmigrantes. Ataques, delincuencia, pandillas, vicios, prostitución, inseguridad, sobrepoblación y agresión son conceptos que muchas veces los españoles asocian con los inmigrantes. La directora del programa de inserción apuntó que las representaciones españolas en países latinoamericanos están cerrando sus puertas a los inmigrantes, "aún cuando ya han conseguido un trabajo en España, los consulados españoles les han negado el visado para venirse".
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